Entonces, cuando eran felices y lo tenían todo, tres días fueron suficientes para desencadenar el infierno y romperlos.
Para separarlos y desatar la tempestad.
Para que los dioses les volvieran la espalda.
Ahora, que son solo el reflejo de aquellos que creyeron ser eternos, tienen tres días para descubrir el poder de un hombre decidido y una mujer incapaz de renunciar al amor de su vida.
Para lavar las culpas del pasado y asumir los errores.
Para prevalecer.
En tres días, Daven e Ingrid pueden recuperarse o perderse para siempre.
En tres días, el corazón de un vikingo puede cambiar una vida entera.